Los ojos saltones pueden ser rasgos genéticos, pero también hay casos que indican más que un simple aspecto hereditario. El abultamiento de uno o ambos ojos es conocido como exoftalmos. El exceso de hormonas tiroideas produce esta enfermedad, que lejos de ser un problema únicamente ocular, va más allá. El desajuste en la producción de hormonas en la glándula de la tiroides se evidencia a través de síntomas como la fatiga, taquicardia, sudoración o diarrea.
Estas características, de la también llamada “Enfermedad de Graves”, son muestra de la hinchazón del tejido y el empuje del globo ocular. Generalmente, son confundidos con malestares alternos como un dolor de cabeza o hinchazón general, sin embargo el caso presentará más síntomas representativos. La enfermedad de Graves es una variación de la tiroiditis autoinmune, que se manifiesta cuando estimula la glándula de la tiroides de forma excesiva. Una de las formas para tratarla, es a través de factores alimenticios, descartando a aquellos disruptores como el café o pesticidas.
Sintomatología de problemas oculares relacionados con la tiroides
La apariencia de ojos saltones, sequedad en la conjuntiva o enrojecimiento en la zona blanca del ojo, son los primeros síntomas. Además, la tumefacción palpebral indica un déficit en la producción de la hormona. No es únicamente en los dos ojos, aunque es el caso más frecuente. En casos de mayor seriedad, la córnea puede sufrir de una úlcera y el nervio óptico dejar de funcionar. Esta enfermedad puede ocasionar incluso la pérdida de la visión por la presión que hace el ojo sobre la cuenca ocular.
¿Cómo se debe tratar esta enfermedad?
Al sospecharse que la glándula de la tiroides es demasiado activa, se debe evaluar el funcionalismo y decidir qué soluciones aplicar. A pesar de estar siendo controlada la parte tiroidea, puede ocurrir también que los cambios oculares tarden más tiempo. El tratamiento se desdobla en dos partes:
- Tratamiento de la enfermedad ocular activa, que termina a los dos o más años desde su inicio.
- Corrección de los cambios que aparecen tras la fase activa.
El tratamiento durante esta fase se enfoca en preservar la visión, y consiste en la aplicación de lágrimas artificiales medicadas. Hay casos en los que es preciso el tratamiento con cortisona y hasta cirugía orbitaria o radioterapia.
¿Por qué visitar al oftalmólogo?
Una de las cuestiones que más preocupa de estos casos es que el tratamiento termina siendo tardío. Esto se debe a que la manifestación de estos rasgos tarda un tiempo variable en aparecer de caso en caso. Es por ello que muchas patologías no presentan síntomas hasta que el proceso nocivo ya ha causado daño.
Sólo los oftalmólogos están en la capacidad de garantizar el cuidado total de los ojos. Por ello se recomienda la consulta cada uno o dos años y acudir a centros oftalmológicos en aquellos casos de pérdida de visión brusca.
El mayor caso de cegueras es previsible con diagnóstico y tratamiento tempranos. Estas revisiones son muy importantes porque ponen de manifiesto los procesos que puedan evolucionar de forma silenciosa.